Por Carola Trucco y Daniela Peña, socia y directora de Barros & Errázuriz, respectivamente
La participación de mujeres en los estudios de abogados es un tema que ha tomado una creciente importancia en los últimos años. La escasa presencia femenina en los cargos más altos ha llevado a las oficinas a preguntarse sobre las causas y a buscar fórmulas para avanzar hacia una mayor equidad de género.
Desde nuestra experiencia, debe evitarse ver el tema única y exclusivamente desde el punto de vista de temas relacionados con la maternidad. Es un error pensar que basta con implementar condiciones más flexibles para las abogadas que han sido madres y creer que la solución pasa exclusivamente por darles más tiempo para el cuidado de sus hijos pequeños, restando importancia a otro tipo de medidas que son relevantes.
El tema es mucho más profundo que eso. Una de las principales barreras para avanzar hacia la equidad de género es la existencia de sesgos inconscientes, que paradójicamente vienen tanto desde hombres como de mujeres. Aunque carece de intencionalidad, esta mirada es un factor que incide negativamente en el desarrollo de carrera de las abogadas.
Para enfrentar esta realidad, lo primero es realizar un monitoreo constante en base a métricas objetivas, para evaluar la evolución de indicadores claves en el tiempo: la cantidad de abogadas que ingresan, son promovidas y salen del estudio; la presencia de mujeres en los distintos grupos de trabajo; la evaluación de desempeño de estas profesionales, y la aparición y posición en los rankings de abogados.
El segundo desafío es impulsar acciones concretas para combatir ideas preconcebidas. Eso pasa por promover programas de mentoría para abogadas y abogados, talleres de sesgos inconscientes tanto para hombres como mujeres, participación de mujeres en charlas, evaluaciones que midan habilidades duras y blandas y planes de flexibilidad.
Si bien algunas acciones tienen resultados en el corto plazo, debe primar la visión de mediano-largo plazo. Lo importante es tomar conciencia, medir la evolución de distintas variables en el tiempo y tomar acciones concretas para avanzar, paso a paso, hacia la ansiada equidad de género en los estudios.