Por Felicita Argaña Bendlin, abogada – Altra Legal
El arbitraje es un mecanismo de solución de controversias que ofrece muchas ventajas. Sin embargo, muchas de estas ventajas dependen -en gran medida- de quienes manejan la herramienta arbitral: los árbitros.
Al respecto, la selección de los árbitros que integrarán el tribunal arbitral o del árbitro único, en su caso, es una de las decisiones más importantes (si no la más importante) que deben tomar las partes. Esto, porque el papel que juegan los árbitros es esencial: son ellos los que deciden la controversia. Y, así como es esencial la determinación de quién será el juez dentro de un caso judicial, por ejemplo, lo mismo pasa con un caso arbitral, ya que en sus manos está la decisión de la disputa.
La trascendencia de la selección de los árbitros va, sin embargo, un poco más allá.
Ocurre que en el arbitraje -a diferencia de lo que pasa en la justicia ordinaria- existe la posibilidad de elegir a quiénes decidirán la controversia. Esto, claramente, es una ventaja, pero solo si se “elige bien”.
Así, está en manos de las partes elegir a árbitros honestos, que tengan conocimiento del tema en discusión (sobre todo si se trata de un tema técnico) y -no menos importante- que sepan de arbitraje, es decir, de las particularidades del proceso arbitral. Esto último es así pues para poder sacarle provecho a ciertas ventajas de la herramienta arbitral, es necesario que quien la tenga en sus manos la sepa utilizar.
¿Cuáles son algunas de las ventajas del arbitraje?
1) Flexibilidad:
Una de las ventajas más atractivas del arbitraje es que permite diseñar el procedimiento a medida de las necesidades de cada controversia, ya sea aplicando un reglamento de arbitraje específico o haciéndolo y a la vez ajustando las reglas allí establecidas, para adaptarlas a cada caso particular. Esto permite evitar etapas innecesarias (por ejemplo, casos en los que no es necesario convocar a audiencias testificales o periciales, o presentar alegatos finales), incluir etapas (como escritos de réplica y dúplica) agilizar el proceso previendo plazos más cortos o, contrariamente, prever plazos más largos en casos muy complejos, en los que se requiere de más tiempo para preparar los memoriales de demanda y contestación, por ejemplo.
Es decir, no hay un código rígido aplicable a todos los casos, sino que las reglas procesales se diseñan según las particularidades de cada controversia. Esto suele darse con la emisión de la primera orden procesal, en la que se prevén las reglas generales a ser aplicables, así como la determinación de un calendario procesal, el que se diseña a medida, previa consulta a las partes.
Se trata, entonces, de un procedimiento flexible. Al menos esa es la idea. Sin embargo, si los árbitros ignoran esta característica, pueden querer aplicar normas rígidas como se da en la práctica judicial, en donde sí hay un código procesal que se aplica a rajatablas a todos los casos, sin considerar las particularidades de cada uno. Por ejemplo, es común ver árbitros que fijan audiencias sin mucha anticipación y sin consultar previamente la disponibilidad de las partes, o casos en los que los árbitros pretenden aplicar el Código Procesal Civil, cuando claramente este no es aplicable.
2) Rapidez:
Otra ventaja que ofrece el arbitraje es la rapidez del proceso, que guarda relación con la flexibilidad del procedimiento mencionada recién y con el carácter inapelable de los laudos (con lo que se ahorra tiempo, al no tener una segunda ni tercera instancia).
Esta característica también está muy relacionada con la celeridad que debería caracterizar al tribunal arbitral, ya sea al recepcionar y atender escritos y comunicaciones de las partes, emitir órdenes procesales, convocar a audiencias y al emitir el laudo arbitral, entre otras actuaciones que se dan en el proceso.
Es decir, el tribunal arbitral debe actuar rápido, sin sacrificar la calidad, claro está.
¿Y esto qué implica? Que el tribunal debe ser proactivo en todas las fases del proceso, pues si no lo es, se podría generar -como se da en algunos casos- una “mora arbitral”, lo cual es injustificable.
El proceso arbitral está diseñado para ser rápido, eficiente, sin demoras, y esto depende enteramente de quienes conducen el proceso. Así, por ejemplo, se han visto casos en los que tribunales arbitrales demoraron casi dos años en emitir el laudo luego de la audiencia de alegatos finales, o casos en los que un árbitro tarda días en dar su parecer en relación con una cuestión procesal, lo que hace que todo el tribunal se demore.
3) Tecnicismo:
La posibilidad que tienen las partes de seleccionar a los miembros del tribunal arbitral que decidirá su caso resulta esencial, no solamente por la confianza depositada por cada parte en el árbitro que seleccionó, sino por la posibilidad de seleccionar árbitros que sean expertos en determinadas materias que requieren de conocimientos técnicos para ser juzgadas.
Por ejemplo, en los contratos de construcción las partes pueden libremente pactar que el tribunal arbitral debe estar constituido por ingenieros que dominen técnicamente la materia sobre la que versa el contrato. O en casos sobre temas ganaderos o agrícolas, pueden seleccionar expertos en dichas áreas. Esta es una gran ventaja, pues quienes decidan la controversia lo harán teniendo en cuenta, además de lo que diga el respectivo contrato, las particularidades de cada negocio.
Por todo lo anterior es sumamente importante elegir bien a los árbitros que conformarán el tribunal arbitral. Y, a pesar de la obviedad de esto, es sorprendente cómo en muchos casos se toma a la ligera. Son muy graves las consecuencias que puede traer elegir “mal” a un árbitro o a un árbitro no adecuado para la disputa en particular. La selección de árbitros no es una elección al azar. No debe serlo.
Ahora, bien, ¿cómo hacemos para elegir bien? ¿qué es un “buen árbitro” y qué es un “mal árbitro”?
Estas preguntas deben responderse según las particularidades de cada caso, por lo que resulta esencial contar con un buen asesoramiento en esta etapa previa del proceso arbitral, a fin de que la selección de los árbitros sea una decisión estratégica y apta para cada disputa.