Claves que aseguran el éxito en una mediación

Publicado el junio 21, 2021, 3:29 pm
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21 de junio |
Por Jorge Miralles Andress, secretario del Instituto de Mediación de la Asociación Madrileña de Mediadores

Como mediador profesional he notado que a veces puede haber una desconexión entre lo que los mediadores y los litigantes esperan de la mediación y entre sí. Estas diferencias pueden limitar potencialmente las posibilidades de una resolución negociada exitosa. En este sentido, los abogados son una pieza fundamental que pueden ayudar a conseguir que la mediación sea un éxito si toman en consideración una serie de recomendaciones.

Los abogados y sus clientes deben tomarse un tiempo para evaluar cuáles son los obstáculos para llegar a un acuerdo en su caso particular y considerar las cualificaciones del mediador que mejor pueda ayudarlos a lograr una resolución negociada. Hay casos en que el contencioso ha generado fuertes emociones, que requieren un mediador paciente con una fuerte inteligencia emocional que ayude a disipar tensiones y fomentar un entorno más colaborativo. Mientras que, en otros casos, el atributo más importante para un mediador puede ser la experiencia en una determinada rama industrial. O simplemente necesitamos un mediador profesional que sea capaz de conectar con ambas partes y se gane su confianza.

Todos hemos tenido mediaciones en las que los abogados de una o ambas partes se comportaron como si estuvieran presentando su caso ante un juez. Continúan con sus mismos discursos sobre por qué tenían razón y los motivos de que la otra parte estaba equivocada. Sin embargo, a diferencia de los litigios, los abogados no necesitan convencernos a los mediadores de su acierto o del error de su adversario.

Nuestro trabajo como mediadores no es decidir quién tiene razón, sino facilitar un acuerdo fomentando el diálogo entre las partes, buscando formas de comunicación, y en última instancia conseguir que de una manera colaborativa y constructiva, les permita lograr lo que desean: resolver la disputa. Las mejores declaraciones de las partes o de sus asesores jurídicos, son aquellas que ayudan al mediador a comprender por qué las partes están donde están y qué problemas deben resolverse.

Las partes maximizan sus posibilidades de resolver su disputa en la mediación cuando son sinceras con el mediador. Muchos litigantes tienen la idea errónea de que, si reconocen al mediador cualquier debilidad o hacen alguna concesión, habrán comprometido el litigio si el caso no se resuelve. Cuando ambos lados no hacen nada más que adoptar una postura inflexible, están limitando las posibilidades de éxito. Además, uno de los principios fundamentales de la mediación es la confidencialidad, todo lo que se diga en la mediación es confidencial de tal forma que no se podrá utilizar en un tribunal salvo permiso del interesado.

A menudo, una o las dos partes vienen con la mentalidad de que el mediador asumirá el control y la responsabilidad total, por lo que se sientan en un rincón y adoptan una posición pasiva que conduce a una dinámica que, en última instancia, puede hacer que la meditación fracase. En previsión de estas situaciones es por lo que los mediadores procuramos aclarar desde el principio cómo funciona el proceso y transmitimos la importancia de que las partes tengan un papel activo en la mediación. A los mediadores nos gusta escuchar directamente a los clientes. Los clientes son a menudo los que están más dispuestos a llegar al meollo de lo que realmente está en juego y hablar directamente sobre qué objetivos deben cumplirse para que un acuerdo funcione y qué problemas consideran pueden ser obstáculos para la resolución.

Por experiencia si se siguen estas pequeñas recomendaciones, el proceso de mediación suele ser exitosa, pero incluso en aquellos casos en que la mediación no termina en acuerdo, no podemos considerar que el proceso ha sido un fracaso, puesto que en la gran mayoría de los ocasiones se ha abierto un canal de comunicación que favorece que se alcancen resoluciones parciales o mini-acuerdos que consiguen mitigar los problemas, permitiendo que más adelante se pueda llegar a un entendimiento total entre las partes y cerrar la disputa.

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